La Cruz Mallorquina

Esta que veis aquí es una Cruz Mallorquina, joya que muy erróneamente suele llamarse “cruz de Calatrava” tal como veréis a continuación: Entre los siglos XIII y XIV en el reino de Mallorca era habitual poseer y dar uso de anillos de oro o plata con piedras preciosas engastadas, collares de perlas o coral, sellos u otras joyas. En siglo XVII cambio esta tendencia, cuando se comenzaron a usar las cruces y veneras realizadas en oro o plata, que se exhibían colgadas en las solapas o en el cuello. Hay que tener en cuenta que tanto las cofradías religiosas como las órdenes militares conocieron durante este siglo un impulso importante, lo que causó que, tanto los cofrades como, sobre todo, los caballeros de las ordenes militares, ostentasen sus insignias y emblemas ricamente realizados. Las dos cruces que más se popularizaron en esa época fueron dos: la cruz de Malta –propia de los caballeros de esta antiquísima orden– y la cruz de la orden dominica estrechamente relacionada con el Santo Oficio, por ser estos frailes los que solían ocupar los cargos inquisitoriales. La orden de San Juan de Malta, presente desde el siglo XIII en la Mallorca, gozaba de gran popularidad entre la nobleza isleña. Hay que tener en cuenta que, los caballeros que ingresaban en alguna orden religioso-militar (ya fuera la de Malta, como las de Santiago, Calatrava, Alcántara o Montesa) dejaban de estar bajo la jurisdicción civil y pasaban a tener el privilegio de estar bajo la jurisdicción del Santo Oficio. Poniéndose a la vista la cruz de los dominicos se daba a entender que se gozaba de ciertos privilegios jurisdiccionales. Pronto se expandió el uso de estas joyas simbólicas, y del caballero pasaron a los familiares de este, especialmente entre las mujeres, bien en forma de colgante de un collar de perlas, como cordoncillo o también como broche. La ostentación de este tipo de joyas por parte de las damas mallorquinas propició su rápida popularización en toda la isla hasta finales del siglo XVIII. En el siglo XIX la cruz de Malta quedó en desuso, en cambio, la del Santo Oficio se reconvirtió en una nueva joya de producción industrial con una estética más adaptada a su época, lo que propició todavía más su popularización, sobre todo en forma de collar y pulsera. Y entonces ¿por qué se le llama erróneamente de Calatrava a la Cruz Mallorquina? Existen dos posibles motivos, los cuales no serían incompatibles el uno con el otro. Por un lado se podrían haber confundido ambas, por su semejanza. Los brazos de la cruz de Calatrava acaban en forma de flor de lis mientras que a la de los dominicos que se representa con una cruz flechada, es decir, con los brazos de la cruz acabados en flecha. El otro motivo sería simplemente cambiar el nombre de la cruz del Santo Oficio o de los dominicos por el de Calatrava por mera cuestión estética, dada su relación con la inquisición.

La Seu

Corría el año 1229, Al-Mayurqa (actualmente Mallorca ) era territorio Musulmán desde hacía mas de 500 años. El Rey Jaume I se encontraba embarcado en dirección a la isla con la intención de conquistarla para la corona de Aragón. Durante su travesía por el mar Mediterráneo, estallo un fuerte temporal como no se había visto en años. El Rey Jaume I viéndose a las puertas de una muerte segura, se encomendó a Santa María, prometiendo construir una gran catedral en veneración a la Virgen, si esta les salvaba permitiéndoles llegar sanos y salvos a tierra. Finalmente el desembarco se produjo en Santa Ponsa, iniciándose la conquista de Mallorca. Una vez finalizada esta, Jaume I quiso cumplir con su promesa, y lo hizo ordenando derribar la gran mezquita de Medina Mayurqa y construir sobre sus cimientos el gran templo dedicado a Santa Maria: La Seu

Construida totalmente de sillares de marés, en 1230 se coloco la primera piedra de la catedral Mallorquina. Empezando por el coro en la parte este y siguiendo por la fachadas norte y oeste. Por último se edificaron las torres y los pilares de sostén que dan al mar:

El rey Jaume I vivió para ver su consagración, realizada por el segundo Obispo de Palma, tras la muerte del Conquistador prosiguieron los trabajos de construcción, financiados por los virreyes, los mercaderes ricos y la burguesía adinerada de Palma. Los sillares se levaban a alturas enormes con poleas y sus juntas se rellenaban con yeso: ni grúas, ni cemento preparado, sólo contaban con armazones de madera y piedras a su disposición, y así, los trabajos de la Catedral se extendieron a lo largo de 10 generaciones.
Pasados casi 400 años, el 29 de julio de 1578 se colocó la última piedra de la Seu.


Si entramos al interior de la catedral, y dirigimos la vista hacia lo alto, la primera pregunta que nos surge es ¿cómo pudo edificarse esta obra de arte?
14 columnas de casi 22 metros de altura y de apenas 2 metros de ancho que soportan unos preciosos arcos ojivales que ornamentan la elevación del techo.


Pero no solo es la altura del templo lo que llama la atención del visitante, el juego de luces y sombras que se da en su interior provocado por la gran altura de las naves laterales, es impresionante. Dichas naves están construidas de tal manera que no se obstruye la entrada de luz a la nave central. Así mismo, los rosetones de los lados oeste y este de la catedral se encuentran situados de tal manera uno frente a otro que los rayos solares brillan a través de ambos al mismo tiempo a determinadas horas del día, inundando la nave central de luz de colores.

Y hablando de los rosetones, uno de ellos (el que apunta hacia el Este) con un diámetro de alrededor de 14 metros y casi 150 m², es uno de los más grandes entre las catedrales góticas.

La orientación milimétricamente calculada hacia el este, del gran rosetón, nos regala cada día 21 de diciembre justo después del alba con un espectacular efecto, cuando los rayos del sol entran por el rosetón del lado este cruzando toda la nave principal y salen por el rosetón del lado este, demostrando el ingenio de los constructores de la Seu.
Todos aquellos que hayáis estado en el interior de la Seu sabréis de lo que estoy hablando, así mismo sabréis que en su interior se esconde otra sorpresa, pero ese será el tema de un próximo post …

en un Gin Tonic habitan las horas…

En 1783, Johann Jacob Schweppe, inventa un sistema eficaz con el que introducir burbujas de dióxido de carbono en el agua envasada en botellas. La compañía fundada por Schweppe, se estableció en Londres, capital europea de la época, donde primero el agua con gas y luego las sodas de frutas hicieron furor. No fue hasta 1870 cuando, a partir del extraordinario crecimiento que había tenido la producción de jarabes medicinales en la farmacia anglosajona, cuando en J. Schweppes & Co tuvieron la idea de incluir quinina en la soda carbonatada de naranja para producir agua tónica; una bebida que además de refrescante resulto ser un efectivo medicamento contra la malaria que por aquel entonces, hacia estragos entre los soldados Británicos que se encontraban luchando en la India. Hay que tener en cuenta que, la tònica, poco tenia que ver con la que conocemos actualmente, era más “medicina” y menos “bebida de placer”, así que su sabor era mucho más amargo y la cantidad que quinina contenida también era mayor. Para hacer más atractiva esta bebida, surgio la idea de añadirle ginebra. Además, de este modo también se alentaba el ardor guerrero a través del alcohol.

El ultimo día de la Peseta

La peseta ha sido la moneda de curso legal en España desde su aprobación el 19 de octubre de 1868, aunque la primera pieza que se acuñó con la inscripción «pesetas» fue una pieza acuñada en Barcelona de 2 pesetas y media en 1808, durante la dominación napoleónica. La pieza de 1 peseta se acuñó el año 1809, año en que también fue acuñada la de 5 pesetas, circulando hasta el final de la Guerra de la Independencia Española. También se realizó una emisión esporádica de una moneda de 5 pesetas en Baleares en 1823.

Posteriormente, tras la coronación de Isabel II como reina de España, durante los años 1836 y 1837, volvieron a acuñarse monedas con la inscripción de 1 peseta; con ellas pagó la reina a las tropas institucionales que lucharon en la primera Guerra Carlista en favor de su causa y en contra de la del pretendiente carlista don Carlos María Isidro de Borbón, quienes fueron llamados después por ello Peseteros.

El 19 de octubre de 1868, el ministro de Hacienda del Gobierno provisional del general Serrano, Laureano Figuerola, firmó el decreto por el que se implantaba la peseta como unidad monetaria nacional, sustituyendo al escudo como tal.

Dicha moneda estaba hecha con 5 gramos de plata de ley 900 milésimas, con una medida 23 mm de diámetro :

Y así tras 191 años de historia, 131 de ellos como moneda oficial Española pasando por diferentes reinados, dos repúblicas, una dictadura y la vuelta a la democracia llegamos hasta el año 1998, concretamente el 31 de diciembre:

Nos encontramos con una pequeña moneda de aluminio de tan sólo 14 mm de diámetro y un peso de 0,60 gramos, una de las monedas más pequeñas del mundo, la peseta tenía tan poco valor (llegando a equivaler 200 pesetas a un dólar estadounidense) que la moneda de una peseta prácticamente había desaparecido de la circulación.

un día después, el 1 de enero de 1999, entra en circulación el Euro y decimos adiós a nuestra querida peseta…

El Hondero Balear

Los Honderos Baleares formaban un cuerpo de ejército propio de la Edad Antigua, integrado por indígenas de las Baleares, presentes tanto en las tropas cartaginesas como romanas. Ya estuvieron presentes en las guerras contra los griegos en Sicilia, desde finales del siglo V y IV aC, así como en la Segunda Guerra Púnica. Posteriormente sirvieron como tropas auxiliares de infantería ligera en múltiples combates, entre los que cabe mencionar su presencia en las legiones de Julio César en la Guerra de las Galias. De ellos dice Diodoro Sículo, que: (…) en la práctica de lanzar grandes piedras con honda aventajan a todos los demás hombres.

Los honderos baleares combatían «semidesnudos», es decir, con escaso armamento y, en todo caso, como armamento defensivo solo usaban un escudo recubierto de piel de cabra, y como armamento ofensivo un venablo de madera afilada y las célebres hondas.

Estas eran elaboradas con diversos materiales: fibra vegetal trenzada, lino, esparto o incluso crin de animal. Empleaban tres tipos de hondas de distintas longitudes, según la distancia del objetivo a alcanzar. Las que no estaban usando en un momento dado, las colocaban en torno a la cabeza y la cintura. Los proyectiles, que lanzaban tras voltear tres veces sus hondas, podían ser de piedra, terracota o plomo. Podían llegar a pesar hasta 500 g, y sus efectos eran análogos a los de una catapulta. Excelentes defensores y asaltantes de fortificaciones, los cartagineses los emplearon sobre todo en el campo de batalla. Normalmente, eran los primeros en intervenir en las batallas, derribando a las primeras filas enemigas, rompiendo escudos, yelmos y cualquier tipo de arma defensiva. Cuando se les terminaban los proyectiles o el enemigo estaba ya muy próximo, se replegaban junto a los arqueros para ceder el paso al grueso de la infantería ligera. Según los cronistas, Aníbal contó con aproximadamente 2000 honderos, quien en los inicios de la campaña en la península itálica los dispuso en primera fila de su ejército, y eran los encargados de comenzar la lucha hostigando a los romanos. Es significativo el hecho de que los contingentes de honderos fueran citados expresamente en la distribución de tropas que Aníbal hizo antes de dejar el mando del territorio cartaginés en la península ibérica a su hermano Asdrúbal, al que confió 500 baleares. Aníbal confería gran importancia a estas tropas y las protegió a lo largo de la campaña como soldados irreemplazables. El motivo no era otro que el mayor alcance y precisión que la honda tenía sobre el arco.