El Ártico ha sufrido una transformación dramática desde que se iniciaron las discusiones sobre el cambio climático en las últimas décadas del siglo XX. El aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero ha tenido un impacto notable en esta región, afectando profundamente su ecosistema y su estructura física.

En este período, se ha observado una marcada disminución en la extensión y el grosor del hielo marino ártico. Durante los meses de verano, la reducción drástica en la cobertura de hielo ha permitido la navegación en áreas que previamente estaban completamente congeladas. Este cambio ha tenido consecuencias significativas para la vida silvestre, como los osos polares y las focas, que dependen del hielo marino para cazar y reproducirse.

Se calcula que alrededor del año 2050, podríamos ver un Ártico mayormente libre de hielo durante los meses de verano.